Era a todo o nada.
Y cuando es a todo o nada, no hay medias tintas.
Colombia empezó como protagonista, con una intensidad que asfixió a la Selección Argentina en los primeros minutos. A los ocho, un ataque de los "cafeteros" dejó sin aliento a todo el Estadio Nacional Julio Martínez Prádanos. Fue una jugada que podría haber cambiado el rumbo del partido: un mano a mano que Santino Barbi alcanzó a desviar con una reacción felina. Un gol tan temprano puede golpear la moral o encender el espíritu, pero Argentina prefirió no averiguarlo.
La semifinal del Mundial Sub-20 de Chile enfrentó a dos equipos que llegaron hasta acá porque fueron, sin discusión, de lo mejor del torneo. Argentina venía sólida, invicta, con victorias sobre Nigeria y México y una sensación de madurez poco común para un grupo de chicos menores de 20 años. Colombia, en cambio, había sufrido más (especialmente en cuartos ante España), pero también supo demostrar carácter.
Estos partidos se definen por detalles, por centímetros, por una pelota que pica bien o mal. Y este no fue la excepción.
Ambos equipos llegaban con bajas sensibles: el argentino Maher Carrizo y el colombiano Neyser Villarreal, suspendidos. Diego Placente también tuvo que rearmar su equipo por las ausencias de Valente Pierani y del tucumano Álvaro Montoro, fracturado en la clavícula. Así, Juan Manuel Villalba entró en la defensa por Pierani e Ian Subiabre, el chico de River, ocupó el lugar de Carrizo en ataque. Gianluca Prestianni, que ya había reemplazado a Montoro ante México, mantuvo la titularidad.
El primer tiempo tuvo color colombiano. En el segundo, Argentina decidió que era momento de recuperar el guion.
Placente movió piezas: Tobías Andrada y Mateo Silvetti ingresaron por Subiabre y Valentino Acuña, y el partido cambió. A los 49’, Silvetti rozó el gol: una definición que se fue apenas afuera y que levantó la situación anímica del equipo. Fue el aviso de lo que vendría.
Dos minutos después, Colombia volvió a quedar cara a cara con el arco argentino. Emilio Aristizábal escapó solo, pero Villalba corrió como si su vida dependiera de esa pelota. La recuperó limpia, perfecta, y evitó lo que pudo haber sido un golpe durísimo. Barbi, firme, tapó todo lo que le tiraron.
Y entonces, a los 72 minutos, se rompió el hechizo.
Silvetti, que había fallado dos veces, se encontró con la tercera y no perdonó: control y definición de tres dedos. Golazo, que valió una historia, un sueño y una final del mundo.
El 1-0 abrió el juego. Argentina se agrandó, Colombia se desordenó y el arquero Jordan García se convirtió en figura con varias atajadas que evitaron un marcador más amplio. Sobre el cierre, la expulsión de Jhon Rentería dejó a los "cafeteros" con diez y selló la sensación de que la noche ya tenía dueño.
Placente hizo su último cambio: Santino Andino ingresó por Prestianni para aguantar los últimos minutos. El resto fue entrega pura y la certeza de que lo que se venía era enorme.
Después de 18 años, la Selección Argentina Sub-20 vuelve a una final del mundo. Este grupo de chicos, que empezó con ilusión y terminó con carácter, jugará el domingo contra Marruecos, que eliminó a Francia por penales, buscando volver a levantar el trofeo que no se toca desde Canadá 2007.
Y colorín colorado… todavía no termina nada.
Falta un paso, uno solo. Y si algo quedó claro esta noche, es que estos chicos están listos para escribir su propio capítulo en la historia.